lunes, 16 de noviembre de 2009

La Revolución Ciudadana y la reconstrucción de hegemonía





Crisis hegemonía, la revolución ciudadana: proyecto democrático del capitalismo Nacional. El proyecto solo confirma cambiar de hegemonía.
Economía dependiente y transformación de hegemonía. Proyecto de Capitalismo de Correa es infalible histórica y estructuralista: La Revolución Social es una caricatura de revolución.

Hegemonía: Se denomina hegemonía a la supremacía de una entidad sobre otras de igual tipo. Se puede aplicar a diversas situaciones con el mismo significado: una nación o bloque de naciones puede tenerla, gracias a su mayor potencial económico, militar o político, y que ejerce sobre otras poblaciones, aunque estas no la deseen. Por hegemonía mundial se entiende el dominio del mundo por parte de una sola nación o un grupo de naciones.


¿De la «revolución ciudadana» a la transformación social radical?

«Hoy Ecuador ha decidido un nuevo país. Las viejas estructuras han sido derrotadas por esta revolución ciudadana»: de esta forma, el Presidente Rafael Correa analizó la victoria del «Sí» al referéndum constitucional el pasado 28 de septiembre. Un referéndum que ratifica la instauración de una nueva arquitectura institucional en este pequeño país de 14 millones de habitantes, situado en el oeste de América del Sur, en el que más del 50% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Sin ninguna duda, esta cuarta victoria electoral de la coalición progresista gubernamental, Alianza País (1), confirma la energía antiliberal que agita al país desde hace varios años y confirma el proyecto de reformas sociales impulsado por el gobierno actual. Detrás de esta lucha en las urnas subyace fundamentalmente un combate social y político antioligárquico y el cuestionamiento de la influencia imperialista en la región. Desde este punto de vista, el último referéndum no debería hacer que se olvide que si todo está abierto en Ecuador, todavía no hay nada realmente ganado en lo que se refiere a un cuestionamiento radical de las estructuras del capitalismo neoliberal dependiente.

La nueva constitución y la «revolución ciudadana» de Rafael Correa

Las últimas elecciones dejaron atrás la Constitución de 1998, redactada a puerta cerrada en un cuartel militar y que tenía por objetivo intentar que terminasen las constantes luchas internas entre las clases dominantes ecuatorianas. Dichas luchas son una de las «marcas de fábrica» del sistema político del país, liberado en 1822 por el ejército independentista de Antonio José de Sucre. Durante todo el siglo pasado, la República estuvo presa en los conflictos que acosaban al bloque social dominante, tomando distintas formas entre las que se encontraban las divergencias de intereses entre varias fracciones: la burguesía comercial «agroexportadora» (vinculada al Partido liberal), la oligarquía rural y la Iglesia Católica (Partido conservador), algunos sectores del capital financiero próximos al Partido social-cristiano y, además, una nueva burguesía nacional emergente, representada por distintas corrientes socialdemócratas. En estas condiciones, el proceso de dominación política iba al compás de una respiración inestable, salpicado con varias dictaduras militares (la última acabó en 1978), pero también de insurrecciones populares («revolución Juliana» en 1925, «la Gloriosa» de 1944 o, más recientemente, las rebeliones de enero de 2000 y abril de 2005). Nada menos que 55 dirigentes se sucedieron en el gobierno desde 1900 y se destituyó a 3 presidentes en el último decenio: 1997, 2000 y 2005 con la caída de Lucio Gutiérrez, cuya dimisión abrió un nuevo espacio en el que entró en escena el joven economista y ex ministro Rafael Correa.

La reciente Constitución simboliza la nueva etapa que vive Ecuador desde hace más de dos años. Ha sido presentada por Correa como una herramienta destinada a terminar con «la larga noche neoliberal», con el fin de construir «una patria soberana, digna, justa, sin miseria, sin desempleo y sin discriminación». Tras 8 meses especialmente agitados se aprobó este proyecto. La Asamblea Constituyente, que redactó el texto entre noviembre de 2007 y julio de 2008, estaba ampliamente dominada por la Alianza País (AP), que contaba con 80 legisladores contra sólo 40 de la oposición y 10 vinculados a pequeñas formaciones de izquierda próximas a Correa (Movimiento popular democrático, Izquierda democrática) o la Confederación de las nacionalidades indígenas de Ecuador (CONAIE) (2), representada por su brazo político, Pachakutik. Como en Venezuela (1999) y en Bolivia (2007), este proceso constituyente se ha elaborado sobre la base de un auténtico diálogo con los ciudadanos (que eligieron a los diputados de la Asamblea) y una consideración parcial de las reivindicaciones de los movimientos sociales (quienes fueron invitados a discutir los textos conforme se elaboraban), aunque al final es efectivamente el buró político de AP quien controló la mayoría de las orientaciones fundamentales de la Constitución. Sin embargo, si se compara esta experiencia con la mayoría de las constituciones aprobadas en América Latina, basadas en los pactos entre partidos, indudablemente se trata de un importante avance democrático que permitió la politización de cientos de miles de ciudadanos en el país.

Sin embargo, numerosas contradicciones limitan esta democratización y las tensiones no han faltado, por una parte, entre Correa y los movimientos populares, al igual que dentro de la coalición gubernamental . Los principales puntos de crispación se refirieron al modelo económico y la cuestión ecológica, los derechos de las poblaciones indígenas y los derechos de producción. Así, el conflicto entre los dos líderes, Rafael Correa y Alberto Acosta (Presidente de la Asamblea Constituyente) también es el reflejo de la contradicción entre los objetivos «extractivistas» de una mayoría del gobierno (donde en encuentra Correa), que piensa que es imprescindible continuar con la política basada en el desarrollo de la extracción petrolífera y minera en alianza con ciertas multinacionales, y los objetivos «más ecologistas» y más próximos a la CONAIE, que insisten en que es necesario instaurar una forma de desarrollo alternativa. Haciéndose eco de las exigencias de numerosas organizaciones sociales y de la izquierda radical, Acosta se opone a la idea de una explotación del campo petrolero ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), situado en el parque nacional Yasuni, una de las principales reservas de la biosfera del planeta (3). Este tipo de discusión se reproduce en torno al concepto del acceso al agua como derecho fundamental inalienable, sobre la cuestión de la explotación de los recursos situados en territorios indígenas y también en las cuestiones del matrimonio homosexual y el derecho al aborto.
NOTAS:
(1) Alianza País es un movimiento político heterogéneo compuesto esencialmente de personas procedentes de las clases medias y urbanas. Una parte de ellas están vinculadas a la cooperación internacional, las ONG y el mundo universitario. También se encuentran en el movimiento miembros del círculo personal de Correa, personalidades de los medios de comunicación, varios empresarios y algunos políticos vinculados a los gobiernos anteriores o procedentes de partidos tradicionales y socialdemócratas.
(2) La CONAIE se creó en 1986, con el fin de agrupar a un importante número de comunidades indígenas y para actuar en la escena política nacional ecuatoriana. Constituye un protagonista esencial de la renovación política antiliberal ecuatoriana de los últimos años y es uno de los componentes principales del movimiento social.
(3) Acosta acabó por dimitir de la Asamblea en junio de 2008.

COMENTARIO
El país vive un momento contradictorio. Tiene en el poder a elementos jóvenes, que han articulado todo un sistema de poder que se maneja desde el despacho presidencial de Carondelet.
Casi todos son tan buenos comunicadores, como efectivos y eficientes en los trabajos que se les encomienda. Se los evalúa constantemente. Se rediseñan los programas si acaso algún proceso se descalabra en el camino. Pero…
¿Qué sucede entonces? ¿Dónde se cae la Revolución Ciudadana que promulga Alianza País?
¿Está en el desempleo? Si. ¿Inseguridad? También. ¿Una canasta básica inalcanzable? Obvio. ¿La violencia que impera en las ciudades? Así es. ¿En la corrupción? … ¿En la corrupción? Primariamente.
Pero no. Lo que en verdad molesta a los ecuatorianos, después de más de diez años de haber vivido en la miseria de un país usurpado, es que en la Revolución Ciudadana, pierden los ciudadanos y ganan los familiares y cognados al círculo de poder. Dónde la abundancia y la riqueza se reparte entre, los que trabajan desde el gobierno, dentro del gobierno y con el gobierno. Es ahí, donde el ciudadano que no quiere ser soldado revolucionario del siglo XXI, que no quiere formar parte del Estado burócrata, se abre. Sale a las calles. Opta por el susurrar en casa “y hasta cuándo ofende tanto este hombre” y diga de diversas formas basta.

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